Sforbiciate. Storie di pallone ma anche no (
Piano B edizioni - 2012)
Autor:
Fabrizio Gabrielli
con un cuento de Davide Enia e ilustraciones de
Maximiliano Chimuris
En nuestra primera cita con la nueva sección "El crítico en pijama" (si queréis saber por qué me puse a escribir "críticas", mirad
aquí), he decidido hablar de SFORBICIATE, el libro de cuentos sobre fútbol - y no - de
Fabrizio Gabrielli, escritor pirotécnico y amigo verdadero.
Antes que nada una aclaración importante: Sforbiciate no fue editado (aún) en español, pero quién escribe tuvo el placer de traducir algunos de los cuentos, que compartiré con vosotros:
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Los tobillos del pingüino enamorado
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El loco, el optimista del gol
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Al corazón, Ramón, al corazón
En el registro de escritores como Soriano o Galeano, Fabrizio llena sus historias de antihéroes: sus personajes son siempre -desde el futbolista del club de barrio al ídolo de multitudes- sujetos fuera de los esquemas: perdidos, lunáticos, extravagantes, valientes, locos, llenos de rabia, llenos de alegría o de tristeza; diferentes. En sus historias el fútbol es el protagonista, pero también - y solamente- un instrumento, el ingrediente épico.
La influencia de Sudamérica es innegable y evidente: porque las historias contadas tienen la misma poética de la derrota de los cuentos de los escritores antes nombrados; porque muchos de los protagonistas son sudamericanos, pero sobre todo porche Fabrizio escribe como se juega al fútbol en nuestros
potreros: con la pelota hace
jueguito, elude, zigzaguea, baila, se autocelebra y nos delicia con
sombreros, rabonas, caños.
Barrilete cósmico.
El libro contiene también las ilustraciones de
Maximiliano Chimuris (todas las imágenes que acompañan el post son suyas, menos la tapa del libro, de Cosimo Lorenzo Pancini). Os lo digo enseguida: Maximiliano es una de las personalidades de Mariví, pero no la que escribe estas palabras. Pero no es por esto que creo que el trabajo que ha hecho con los cuentos de Fabrizio es estupendo. Lo creo porque logró transmitir en sus ilustraciones la heterogeneidad y la complejidad de las historias, sabiendo siempre donde poner el énfasis sin resultar repetitivo.
En síntesis: libro que hay que leer, para los que aman el fútbol pero sobre todo para los que el fútbol no significa nada, porque, como decía el viejo y querido Sigmund, hablamos siempre de amor y de muerte.
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